Sábado por la mañana. Despiértate. Dúchate. Desayuna, no mejor no, no tienes hambre. Vístete, agarra tu cámara sin comprobar si la batería está cargada, y sal corriendo de tu casa porque llegas tarde. Llegas tarde al mercado de San Antonio, y hoy tendrás un día duro, un día raro.
Estás, pero no estás. A penas as dormido y haber salido tan rápido de casa te ha mareado. Siéntate un segundo y descansa. Aprovecha para observar, analízalo todo. La gente, los puestos, los productos, las líneas, la sencillez, el encuadre y los tercios.
Al menos as tenido suerte en algo, la batería de tu cámara sigue viva. Seguramente tu ojo siga vago todavía, así como tu dedo a la hora de apretar el botón. Pero tranquilo, no todo iba a ser coser y cantar. Al fin y al cabo uno no aprende a andar en bici sin dejarse las rodillas y las palmas de las manos en el intento.
La gente te impone, y tu cámara a ellos. La situación seguro que es incomoda al principio, pero te irás soltando, acabarás aislándote del resto, y serás capaz de conseguir alguna foto decente.
Ahora recoge, revisa tus fotos y despídete de tus compañeros. Trabajo completado. No, seguramente no será tu mejor día, ni tus mejores fotos; pero levanta la cabeza porque esto va a mejorar y lo sabes.