martes, 12 de octubre de 2010

"reflejos"





Hay en frente de mi casa, junto a la playa, una escultura titulada La Dama. Hoy, antes de la hora de comer, estuve escuchándola:

   “Una vez me hubiste esculpido cogiste aquel barco y huiste a la deriva.

Todavía por las noches me sorprendo al encontrarme a mi misma en la soledad más absoluta; y es en ese momento cuando me arrepiento de haberme buscado. Hubiera sido mucho más fácil para mí escapar, coger mis zapatos y correr lejos de aquí. Olvidarte yo, olvidarme yo.
   Pero ni mucho menos. Anclé mi cuerpo aquí, algo me llevó a hacerlo. Tu recuerdo, tus fotos, un pensamiento, todavía no lo sé. Tal vez fue la ingenuidad o el optimismo; el ingenuo optimismo que siempre me ha caracterizado.
   Y cuanto más tiempo pasa, cuantas más razones encuentro para huir, más me hundo en este suelo gris. Como si me sintiera culpable decido no abandonar mi posición, aguantar contra el viento y la marea, esperar... No, creo que ya no te espero, la esperanza también me abandonó hace tiempo.

   A veces me contengo de romper este silencio eterno y gritar tu nombre a pleno pulmón. Imagino que así, tal vez, aparecerás a mi lado"                                             


















lunes, 4 de octubre de 2010

"bodegón"

   "¡Mira! para que vayas haciendo tus construcciones y tus proyectos y todas esas cosas" 
Que bien... ¿En que momento los regalos de reyes se convirtieron en una excusa para ridiculizar a un hijo? 
   
   Rebuscaba en mi desastrosa habitación, lugar en el que convivo con pelusas gigantescas a las que he llegado a bautizar con nombres propios como Juan o Pepe. Intentaba encontrar ALGO con lo que realizar la nueva práctica de fotoperiodismo y esto es lo mejor que he conseguido.
   Recuerdo perfectamente esa frase de mi padre, mezcla de orgullo y recochineo. ¡Pues mira! Por fin le he encontrado utilidad.

   Llevaba mucho tiempo encima de una balda, inmóvil, todavía metido en su plástico, lleno de polvo, cerca de Pepe. Parecía que la rutina había hecho que este juego dejase de tener gracia. Los primeros días en la balda pasaron rápidos, días en los que llamaba la atención por su originalidad, el contraste, ¿qué hace esto aquí, en mi habitación?
   Poco a poco los colores empezaron a pasar desapercibidos y la originalidad se convirtió en aburrimiento, en un sinsentido ¿qué hace esto aquí, en mi habitación?
  Ahora, entre mis manos, las piezas se han desperdigado y todo parece desordenado. Ya he empezado a arrepentirme. Cada intento por recomponer la figura original es desastroso y aquellos con los que pretendo crear figuras mejores no merecen ni siquiera ser nombrados. Algunas piezas parecen tener vida, desaparecen y reaparecen en lugares insospechados. ¿donde estás? ¡yo te quería aquí, en mi habitación!

   Al final, muy al final, casi por arte de magia, las piezas acaban poniendo de su parte y se organizan. Yo les fotografío su mejor perfil, tal y como ellas pidieron. Trabajo en equipo.

   Una práctica más... Una semana más... Una tarde más... ¿quién me mandaría a mí quitarle el plastiquillo al juguete este?